por Susana Gomes

A D’María: la pulpería secreta que guarda el alma de Galicia


Hay restaurantes que no aparecen en Google Maps ni hacen campañas en redes sociales, pero tienen algo mucho más poderoso: la fidelidad silenciosa de quienes los conocen. En Cacheiras, Teo, a las afueras de Santiago, se esconde uno de esos lugares. Se llama A D’María y guarda una de las recetas más auténticas de Galicia: el pulpo á feira en su forma más pura y emocional.

Llegar allí no es casualidad. Fue Juan José Blanco Caldas, amigo gallego y explorador de sabores desde niño, quien nos llevó. Juan José conoce los secretos de su tierra como quien camina descalzo por casa: sabe por dónde se entra, qué se sirve y, sobre todo, a quién hay que escuchar. Su brújula nos condujo directo a María, la dueña y pulpeira.

María no es solo quien cocina, es la heredera de un oficio centenario. El de las pulpeiras gallegas: mujeres que recorrían ferias y aldeas con grandes calderos de cobre para cocer el pulpo y servirlo en tablas de madera. Hoy, esa figura casi ha desaparecido… pero María resiste. Y lo hace desde su cocina, con una sabiduría que no se enseña en escuelas, sino que se lleva en la sangre.

Cada paso en A D’María tiene intención. El pulpo es gallego, de kilómetro cero. Se cuece al punto exacto, se corta con tijera y se aliña con aceite de oliva virgen extra, sal gruesa y pimentón de la tierra. No hay espectáculo ni fuegos artificiales, pero hay algo mejor: un respeto casi sagrado por el producto.

La mayoría de su clientela es local. Vecinos del pueblo, familias de la zona o habituales que vienen de Santiago solo para repetir lo que ya saben: aquí se come como en casa… si en tu casa cocinara una pulpeira con legado. En días festivos y fines de semana, las mesas se agotan. Así que reserva con tiempo si no quieres quedarte sin probar este pequeño milagro gallego.

Pulpo á feira (para saber lo que estás comiendo)

Aunque hoy se sirve en restaurantes y fiestas, el pulpo á feira nació en las ferias rurales gallegas, donde las pulpeiras lo cocían en la calle y lo servían en platos de madera. El secreto no está solo en los ingredientes —pulpo, aceite, sal y pimentón— sino en el punto exacto de cocción, ese equilibrio perfecto entre ternura y firmeza que solo unas pocas manos dominan.

En A D’María, ese secreto se respeta. Y se sirve aún caliente, humeante, con una dignidad que emociona. Aquí no se reinventa la receta. Se honra.

Recomendación Ñam (para iniciados y curiosos)

  • Pulpo á feira con pan gallego y vino de la casa
    No busques menú extenso. Ve directo al clásico. Y si puedes, reserva para almorzar un domingo: verás cómo se llena el comedor de gente del pueblo, saludos cruzados y platos que vuelan de la cocina.

  • Postre de la abuela (cuando hay)
    María a veces saca una tarta de queso gallega o flan de huevo. Si lo ves en la pizarra, pídelo sin pensarlo.

Tip Ñam!

Las verdaderas pulpeiras no usan termómetro ni cronómetro: cuecen el pulpo “a oído”. El hervor, el tiempo, la textura… todo se mide con intuición. Si María te sirve una ración y sonríe, no hay error posible.

En definitiva…

A D’María no es una parada turística ni una recomendación de moda. Es un refugio de autenticidad, un recordatorio de que la cocina gallega sigue viva gracias a mujeres como María y a lugares que no buscan likes, sino silencios satisfechos al final de cada comida. Si logras sentarte en una de sus mesas, deja el teléfono a un lado y escucha: lo que vas a probar no necesita filtros.


Texto: Susana Gomes